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Carta de un médico a Vuecencia. El Gral. Dávila:

Carta de un médico a Vuecencia. El Gral. Dávila:

Ilmo. Sr. General:

Quisiera hacerle llegar estas notas, breves, que he tomado, para redimir mis culpas y el haberle importunado recientemente. Le reitero mis más sinceras disculpas.

Reflexionando estos días, y maldurmiendo por mi mala conciencia, me he dado cuenta del porqué quizá no nos hemos entendido bien, estando ambos en la misma onda:

1) Considero que Vds. los articulistas son grandes y buenas personas, además de fabulosos escritores. Les admiro, especialmente a Vuecencia, y les sigo atentamente para aprender un poco cada día.


2) Sus artículos han sido magníficos y su transfondo ideológico sublime. Mi más sincera enhorabuena. Me he sentido orgulloso y feliz al leerlos.

3) Sólo hay una diferencia que es la me hizo dudar a mí de mí mismo, en cuanto a nuestro enfoque de la situación: Vds. no son médicos, y los médicos tenemos nuestra deontología. Por eso el prisma óptico me ha llevado a confusión, tras releer y reflexionar sobre sus justísimas palabras.

4) Me explico: hay un principio en medicina, además de nuestro juramento hipocrático: "Primum non nocere".

5) Trasladado al caso que nos ha ocupado recientemente, mi querido colega y sacerdote repatriado, creo que sevtrata a todas luces de un Santo varón,  un hombre de Dios, que ha dado su vida por los demás, enfermos y necesitados, por amor a Dios...

6) Pero, otros médicos, que también profesamos sus mismos principios deontológicos y cristianos, en situaciones límite como esta, hemos tomado opciones diferentes, que pueden haber sido muy errónea, y es lo que me tortura, Excelencia. No hablo por mis compañeros del SUMMA, sino por un pobre servidor.

7) Lo habitual es que un médico/enfermera/técnuco contagiado en el frente - en urgencias, galeras, en la calle, en el Madrid profundo y oscuro, o en misiones- con un virus infeccioso mortal, debe valorar sus movimientos sin olvidar el principio sagrado  "primum non nocere"; surge la crisis existencial y la duda: ¿permanecer en el frente/ foco o box de urgencias, y morir allí, o...abandonar a los pacientes, por falta de medios o ante la visión oscura de la muerte y la catástrofe, y la sensación de impotencia, miedo y tirar la toalla. Le aseguro que a muchos compañeros del servicio les han ocurrido hechos similares.

8) Nuestra profesión conlleva esos riesgos, que a los emergenciólogos/cirujanos/ o a los internistas/DUEs/ Técnicos y voluntarios, nos ha costado caro en ocasiones.

9) Es difícil tomar una decisión por otra persona. Terrible y duro. No sé que hubiera hecho yo, pero mi primera reacción siempre ha sido quedarme a la cabecera de los enfermos, y de ello tengo testigos. En esas situaciones, la gracia de Dios no nos ha de faltar, a pesar de invadirnos el miedo (debemos ser cobardes) aguantamos al pie del enfermo que sufre y padece, aún a riesgo de nuestras vidas; ¿unos por vocación, otros por idealistas, otros por otros motivos?

10) Hablo, si ser nadie importante, como la cuarta generación de médicos en mi familia, y no nos metemos en política. Es una decisión muy dura y personal...pero si Dios me manda una enfermedad profesional, la acepto. Hablo por experiencia ya vivida, y Dios quiso dejarme aquí un poco más de tiempo.

11) Sigo pensando, quizá equivocadamente, que lo que urge es acudir al "foco de infección" antes de la "sepsis". Es decir, creo que a pesar de la crisis, el primer mundo puede organizar un hospital NBQ y atender a los enfermos allí, en ese frente. Ya se han organizado acciones semejantes en años pasados (Filipinas, Tsunami, terremotos...)

Le pido disculpas por haberle importunado estos días, pero sólo quería transmitirle que en cada profesión tenemos un credo (no sólo los legionarios), especialmente los católicos, y los médicos/DUEs/Técnicos y voluntarios, con nuestras únicas armas: con la ciencia y nuestras manos, nada más.

Quizá esté equivocado y no entienda bien el juramento hipocrático, pero...yo me hubiera quedado allí, y si Dios lo hubiera querido, hubiera muerto allí, a la cabecera de los enfermos. ¿Temerario?, no, tengo cuatro hijos y he tenido miedo en muchas ocasiones, pero nunca he dejado ver a mi equipo que estaba atemorizado al 200%. Nunca, ni mis compañeros sanitarios de todas las categorías, ni un servidor, hemos abandonado a un paciente ni a un agonizante, tratando de hacer nuestro trabajo lo mejor posible humanamente, tratando de ser la mejor versión de nosotros mismos.

Espero que siga Vd. escribiendo tan maravillosamente como lo hace, y que Dios le siga inspirando esas preciosas letras.

Me pongo a su disposición, Excelencia, y le deseo un feliz verano.

Un cordial saludo, de alguien que estaría orgulloso de ser su amigo, mi Gral.


Dr. A. De la Fuente-Chaos y Rguez de Alarcón-Garay- Unzueta.
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