El Gobierno paralizó la sección de lucha antinuclear de la UME

La protección contra catástrofes nucleares, bacteriológicas, químicas y radiológicas (NBQR) «es la gran asignatura pendiente» de la Unidad Militar de Emergencias. Lo decía ayer el jefe de la misma, el teniente general José Emilio Roldán.

Y lo es, no porque la UME así lo quiera, sino porque los constantes recortes presupuestarios del Gobierno la han obligado a priorizar otras amenazas.

Según los planes iniciales de la Unidad, a estas alturas ya debería tener dos secciones operativas enfocadas a combatir estos riesgos. Hoy tiene unos 50 hombres y un remolque de descontaminación y hasta finales de 2012 no se prevé que comience a tener su capacidad inicial de actuación. Las dos secciones que tenía (en Zaragoza y en Madrid) se han quedado en una única ubicada en la base aérea de Torrejón.
Esa distribución inicial, al igual que la adquisición de materiales y la formación del personal, ambas cuestiones de elevado coste, se aparcaron en cuanto comenzó la crisis y se optó por priorizar aquello que podía suponer un riesgo más inmediato. El Gobierno marcó a la UME las prioridades en que debía centrarse: la lucha contra incendios, origen y principal motivo de creación de la unidad; la lucha contra inundaciones, y en tercer lugar, la preparación contra grandes nevadas. En las tres áreas ha demostrado ya sus cualidades,  pese a que sólo en la primera de ellas su capacidad está al 90 por ciento. En las otras dos ronda el 60 por ciento.

En el caso de la sección NRBQ de la UME, según señalaron fuentes de la unidad a este periódico, la capacidad «es cero». El personal ha realizado algunos cursos pero no dispone aún del material. Ante el buen desarrollo del resto de capacidades, Defensa incluyó en los presupuestos de 2011 una partida de ocho millones de euros para comenzar a desarrollar la sección NRBQ, pese a haber sufrido un nuevo recorte en su presupuesto global. Esta partida servirá para que la Unidad Militar de Emergencias adquiera los primeros vehículos específicos para estas amenazas y los sistemas de comunicación necesarios para coordinar el resto de medios en caso de catástrofe nuclear. Aún así, la sección contra estos riesgos no tendrá su capacidad operativa inicial hasta finales de 2012. Entonces podrá comenzar a actuar, aunque aún de forma bastante limitada hasta que vaya incrementando esas capacidades.

El teniente general Roldán, en una breve entrevista publicada ayer por el Grupo Atenea, subrayaba la necesidad de tener un vehículo de cada tipo y el enlace informático entre todos ellos, porque, indicó, «España necesita material para hacer frente a este tipo de amenazas».

Aunque los efectivos que forman parte de la Compañía de Intervención en Riesgos Tecnológicos ya han trabajado con otras unidades especializadas en estas amenazas, como la División de Procedimientos Especiales del SAMUR del Ayuntamiento de Madrid, actualmente sólo podrían actuar con helicópteros para un supuesto como el de Fukushima, lanzando agua para tratar de enfriar una central en riesgo de calentamiento, y en caso de que hubiera necesidad de localizar a personal perdido en la catástrofe.

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