Contra el dolor (II)

Las endorfinas  son neurotransmisores opioides que se producen en el Sistema Nervioso Central y actúan como moduladores del dolor, la reproducción, la temperatura corporal, el hambre y las funciones reproductivas.

A mediados de la década de los setenta se demostró la presencia de receptores opiáceos en el intestino del cobayo y en los órganos reproductores del ratón.

Posteriormente se descubrió que estos receptores se encontraban distribuidos también en la médula espinal y, al estimularlos, producían analgesia, lo que llevó a suponer la existencia en el cerebro de una sustancia endógena “similar a la morfina”.

En términos generales, se puede decir que el cuerpo humano no padece dolor de forma continua porque existen en circulación esas sustancias que reequilibran y, en todo caso, controlan los excesos, amortiguando en unos casos y activando en otros. La neuralterapia coopera con las endorfina inyectando sustancias determinadas en puntos específicos, que van dirigidos a órganos diana, para producir la acción deseada. El efecto del láser, de la magnetoterapia, de la corriente galvánica actúa también como reestructurador de energía electroquímica, abriendo o cerrando canales en las membranas de las células, para permitir o prohibir el paso de determinados iones responsables de la sensación dolorosa.

Existen dos tipos de láser médicos: los de alta potencia que sirven para cortar tejido y los de baja potencia o láser frío que, por medio del proceso llamado photobioestimulación, se emplea para inducir la recuperación del tejido. Cuando el cuerpo absorbe un rayo láser frío, se produce una estimulación de la actividad  celular, una activación de  la comunicación intercelular y se mejora la circulación sanguínea.

La  magnetoterapia de alta y baja frecuencia juega con los iones libres e incluso moléculas equilibradas eléctricamente, como el agua, que funcionan como dipolos, debido a la orientación de sus cargas.  La influencia de un campo magnético sobre estos elementos aporta un incremento del movimiento de los mismos, el cual, acelera los procesos químicos en el organismo, favorece la acción de la bomba sodio-potasio y ayuda a regular los intercambios en los tejido en que éstos se veían disminuidos por la acción de una patología crónica o inflamatoria.

Dentro de la electroterapia como técnica de fisioterapia, el primer tipo de corriente que se comenzó a utilizar fue la galvánica por su eficacia y sencilla aplicación, pero han ido cayendo en desuso progresivo debido a que existen otro tipo de corriente con los que se obtienen similares o mejores resultados y tienen menos efectos secundarios. Uno de ellos es la terapia TENS (“Transcutaneous Electrical Nerve Stimulation”). Actúa estimulando los receptores del dolor con frecuencias comprendidas entre 2 Hz y 150 Hz y con una apropiada forma de onda. Estas frecuencias, además de eliminar el dolor, estimulan al encéfalo para que produzca betaendorfinas.

Hay, sin duda, muchos y buenos sistemas para controlar el dolor. La cuestión es, como siempre, seguir los pasos correctos en la investigación, evaluar, comparar, tomar decisiones y, en último término, optar por la mejor de las estrategias terapéuticas posibles para el paciente.

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